En este período puedes que sientas ganas excesivas por fumar, irritabilidad, aumento de apetito, dificultad para dormir, dificultad para concentrarse, sensación de inquietud y nerviosismo, pero esto irá desapareciendo a medida que pases días sin el cigarrillo. Es desagradable, sí, pero se puede lograr.
Además detalla cómo cambia nuestro cuerpo con el paso del tiempo:
A 20 minutos de dejarlo: La presión arterial y el ritmo del pulso bajan a la normalidad y la temperatura corporal de las manos y pies llegan a un nivel normal.
A 8 horas de dejarlo: Los niveles de monóxido de carbono en la sangre bajan y el nivel de oxígeno en la sangre se incrementa a niveles normales.
A 24 horas de dejarlo: El riesgo de un ataque al corazón disminuye.
A 48 horas de dejarlo: Las terminaciones nerviosas se regeneran y los sentidos del olfato y gusto se normalizan.
2 a 3 semanas de dejarlo: Mejora la circulación y se hace más fácil caminar. Los pulmones trabajan mejor y las heridas sanan más rápido.
1 a 9 meses de dejarlo: Se tiene más energía. Los síntomas relacionados al tabaquismo como tos, congestión nasal, fatiga y dificultad respiratoria mejoran.
Al año de dejarlo: El riesgo de cardiopatía coronaria es la mitad del que alguien que consume tabaco.
A 5 años de dejarlo: El riesgo de padecer cáncer de boca y pulmón se reduce a la mitad.
A 10 años de dejarlo: El riesgo de accidente cerebro-vascular y cáncer pulmonar son similares a los de alguien que nunca ha fumado. Si la fuerza de voluntad no te acompaña, existen distintos tratamientos que ayudan a dejar de fumar.
Dentro de los más exitosos son aquellos que combinan tratamientos farmacológicos y psicológicos de orientación cognitivo-conductual; terapia de reemplazo de nicotina tales como chicles o parches e incluso la hipnosis.
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